No me animaba a inmortalizarlo en mis letras por miedo a descubrirlo, a descubrirme. Su secreto llegó a ser el mio cuando sentí que su presencia logró cambiar mi humor y todo mi día. Cuando me abrazaba, cuando me robaba una sonrisa, cuando buscábamos una excusa para vernos; nuestras miradas cuando se cruzaban llenas de complicidad, intentando seducirnos, rogando por otro recuerdo, cuando esa noche pude acariciarlo y sentir que eramos todo y nada. Porque eso eramos, todo y nada, para nosotros y para nadie. Porque cuando el tiempo era efímero, nosotros también. El reloj marcaba la hora de sincerarnos pero también nos mentíamos un poco, para no matarnos, les mentíamos a todos.Me tocó despedirme porque nos encontrábamos para desencontrarnos. En cada adiós, yo ya no era suya y él ya no era mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario